Durante los periodos de verano, no es extraño tropezarse en los medios con noticias sobre apagones en diferentes localidades. De hecho, es posible que muchos hayamos vivido esa situación en primera persona. El pico de consumo, marcado por el uso extensivo del aire acondicionado por las altas temperaturas, lleva a que la red eléctrica se colapse, no pueda con la demanda y se caiga.
Las caídas de la red eléctrica son siempre problemáticas, porque los ciudadanos dependen de la electricidad para prácticamente cualquier cosa de su vida cotidiana. La electricidad es uno de los servicios básicos que empleamos todos los días y de forma intensiva.
Si durante el verano las caídas de la red eléctrica son un serio problema, más lo pueden ser cuando se está atravesando una situación de crisis o un momento de especial alarma. En ese contexto es más importante que nunca no solo que la red eléctrica general soporte bien las demandas de consumo, sino también que lo hagan de forma específica en espacios clave, como pueden ser ciertas empresas, hospitales o infraestructuras básicas.
Durante estos días, en los que los ciudadanos están confinados en sus hogares para luchar contra el avance de la pandemia del covid-19, el coronavirus, se registra uno de esos momentos clave en los que es más importante que nunca que las redes funcionen de forma eficiente en muchos espacios.
En general, la red eléctrica no está recibiendo una sobrecarga de consumo, a pesar de que los ciudadanos están atrapados en sus casas con sus dispositivos audiovisuales encendidos. Las redes de telecomunicaciones sí están notando picos de consumo, pero no la red eléctrica. Para esta última, la situación se compensa con el cierre de oficinas y de actividad de muchas empresas. Las estadísticas muestran que la curva de consumo ha cambiado y que el consumo eléctrico ha descendido.
Pero, de forma específica, es más importante estos días que nunca que muchas de las empresas que siguen operando y ofreciendo servicios de primera necesidad mantengan su consumo energético de forma eficiente.
Más allá de los hospitales y espacios sanitarios, que desgraciadamente estos días deben asumir un consumo energético mayor, otros espacios, como supermercados o empresas que están ofreciendo servicios de primera necesidad, deben responder a los picos de demanda y a una situación que supone una mayor tensión sobre su día a día. Es importante que sus redes no flaqueen, lo que demuestra la importancia de una gestión energética eficiente.
La digitalización de las redes resulta crucial. En los momentos ‘normales’, las redes energéticas digitalizadas ayudan a ser mucho más eficientes en el consumo energético. Por ello, nuestro servicio e-Value, que orbita en la gestión activa de datos energéticos digitalizados, es una herramienta que casa la facilitación de la digitalización de las redes con la eficiencia energética de nuestros clientes.
Gracias al uso de herramientas como las tecnologías de Big Data y al control de redes con soluciones como contadores inteligentes, se puede seguir en tiempo real qué está ocurriendo en la red, generar patrones de consumo y adelantarse a las necesidades en energía. Los problemas se prevén, lo que minimiza su impacto cuando ocurran. Además, se reduce el gasto energético, eliminando las redundancias, las malas prácticas o las incidencias sobre la red. De hecho, este entorno tecnologizado es el futuro de la gestión de las redes.
En momentos de crisis, las redes digitalizadas funcionan como una garantía, un blindaje que ayudará a prevenir potenciales problemas y que garantizará que se mantendrá el flujo de energía de un modo sostenido y seguro. Lo hacen además en prácticamente todo tipo de crisis, ya que siempre están generando datos y siempre están creando un entorno que hace mucho más fácil para los gestores de las redes saber qué ocurre y cómo solventarlo.