Hace unos años, en una de las ediciones del Mobile World Congress (MWC) de Barcelona, una compañía de telecomunicaciones había llevado, como una especie de curiosidad que ayudaba a comprender hacia dónde iba el futuro, a un árbol. El árbol era un pequeño naranjo, que tenía su cuenta en Twitter y que iba comentando sus estados ‘de ánimo’ y las cosas que le pasaban. Detrás de los tuits no había ningún hábil community manager, sino un dispositivo conectado que iba convirtiendo la información que percibía el árbol en contenidos. El árbol era, gracias a ello, ‘smart’.
El árbol conectado era llamativo y curioso, una de esas cosas que a los periodistas les encantan, pero, sobre todo, era un elemento visible de lo que estaban empezando a ser ya las cosas. Cada vez más elementos del día a día se estaban conectando a la red y se estaban dotando de tecnología. Cada vez más elementos se estaban volviendo inteligentes. No había que ir muy lejos para verlo. En aquella edición del MWC, el árbol estaba en la sección que ocupaba el hogar inteligente y en el que se podían ver cómo estaban cambiando las cosas.
Años después de las aventuras de aquel árbol, el hogar conectado o inteligente ya no es una cosa tan rara o tan novedosa, sino más bien una de las tendencias claras hacia las que va el futuro y una que ya tiene un impacto directo sobre la vida de los consumidores en algunos casos.
El hogar conectado estará – y empieza a estarlo ya – formado por dispositivos inteligentes y conectados a la red, que están siempre generando información y datos y que los emplean para hacer la vida de los habitantes de esa casa más fácil.
El hogar conectado puede bajar y subir persianas cuando es más adecuado, puede hacer la lista de la compra para que no tengamos que esforzarnos en pensar qué necesitamos antes de ir al súper, puede comprar directamente online para nosotros las cosas que nos hacen falta, puede mandarnos alertas de los productos a punto de caducar en nuestra nevera o puede encender y apagar el aire acondicionado o la calefacción para hacer nuestra casa más hogareña. Y esos son solo unos pocos ejemplos de funcionalidades.
El hecho de que además algunos de los dispositivos de moda en el mundo de la tecnología de consumo estén dotados de funcionalidades para el hogar inteligente no hace más que asentar su potencial. Los altavoces inteligentes, que son ya un mercado al alza en Estados Unidos y que están llegando ahora mismo a España, son una perfecta muestra de ello.
En el futuro, ninguna habitación de la casa permanecerá ajena a la tecnología. Como explicaban en una predicción de Bloomberg, los dispositivos inteligentes harán que desde la sala al baño todo esté conectado y todo sea tecnología de alto nivel.
En el caso de la sala de estar parece más claro: desde la smart TV hasta el altavoz inteligente que pone música se han convertido en un elemento deseable para incorporar a esa habitación. Pero el cambio no será únicamente ese, sino que también se incorporarán termostatos, bombillas y hasta cerraduras inteligentes que harán del hogar un espacio tech.
En la cocina, empiezan ya a existir hornos inteligentes, con sensores de temperatura que ayudan a cocinar, y en el baño, la ducha se convertirá en una suerte de spa usando bañeras inteligentes y apps en el móvil. Hasta el dormitorio tendrá su toque smart, con despertadores inteligentes que usarán aromaterapia para regular los ciclos de sueño.
Una estimación de Zion Market Research sobre el mercado de los hogares conectados apuntaba a que su valor crecerá en todo el mundo en un 14,5% entre 2017 y 2022. De hecho, se espera que en ese último año la tecnología para el hogar conectado mueva de forma global unos 53.450 millones de dólares.
Los analistas de la consultora apuntan a que el mayor conocimiento de estos dispositivos entre los consumidores, su popularidad creciente entre los grupos demográficos de más edad, el crecimiento de los ingresos en los países en desarrollo y las iniciativas gubernamentales harán que el mercado crezca, como también lo hará la cada vez mayor consciencia entre los ciudadanos de la importancia de controlar el consumo energético.